“Ella se lo busco”, “es solo un piropo” o “eso te pasa por mostrona” son estigmas que en muchos de nuestros países la familia nos inculca. Esta doble moral muchas veces crea la
llamada “cultura de violación” que es ver como “normal” ciertas conductas de violencia sexual.
“La construcción de una cultura de consentimiento es el primer paso, pero vital. Mediante la promoción de consentimiento (…) En lugar de continuar a enseñar que la culpa es de las víctimas, queremos que se sepa que el consentimiento es siempre un derecho adquirido, no un lujo extraíble. La creación de una cultura basada en el consentimiento es la base para luchar contra el asalto sexual en su conjunto"
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