Lea,"Al guardia no le gustó mi cachucha", la historia de un abuelo que fue tratado injustamente en una cola por su ideología política

“Al guardia no le gustó mi cachucha"





Se retiró un momento, para ir por la medicina que calmaba su dolor insoportable, ese que lo hacía sudar frío, y al volver después de quince minutos para  reintegrarse a la cola que había hecho por más de siete horas,pero  el guardia no le permitió volver a incorporarse. 

El madrugonazo , esfuerzo,  y esperanza de comprar productos de primera necesidad se hundieron en un mar de incertidumbre cuando escuchó al escuchar al militar decir " ciudadano, usted no estaba aquí cuando pasé a buscar las cédulas". 

Miércoles, 1ro de Diciembre del 2015. La ciudad de las siete colinas pintaba en todas las fachadas de sus  casas un matiz azul cielo , típico de las madrugadas valeranas, y que solo es posible contemplar,paseándose desde muy temprano por sus aceras y  avenidas  con la ausencia del sol.
 
Esa mañana no asomaba señales de ajetreo  a causa del miércoles ( día no laborable para los comerciantes informales) , y en el cual Temilo Garcés nunca imaginaba que sería el escenario donde viviría esa experiencia que le secó los labios de la impotencia.



Llegó a las cuatro y media de la madrugada , y notó que todavía el afán de la gente por llegar temprano se  veía  en los cuellos de chemises desarreglados que vestían algunas personas.

 Todavía existían retazos de sueños en ellos, ya que pasaron por alto remover algunas lagañas hospedadas en una de las esquinas de sus parpados. " Pareciera que se vinieron corriendo para acá sin lavarse los dientes" contaba Temilo al describir aquella cola inmensa que daba una vuelta entera al estacionamiento del  supermercado Sucasa , ubicado en La Plata de la Avenida Bolívar de Valera.



Temilo se formó en la fila cuando llegó. El tiempo pasó y el sol de las once no tuvo misericordia, él lo sentía en la piel como alfileres punzantes... Para colmo de males cuando el señor Garcés metió la mano en el bolsillo derecho de su pantalón, cayó en cuenta de que se le había olvidado su pastilla junto con el envase de agua mineral que usaba para tomar su medicina que aplacaba el dolor de su hernia lumbar.


 Al percatarse del descuido se puso a pensar si era mejor abandonar las seis horas de espera en la cola para tomar la medicina, o   quedarse , aún con el riesgo de no medicarse el tratamiento  para poder comprar productos de primera necesidad.

Finalmente optó por buscar la medicina y ausentarse  por unos minutos. Antes de irse,le tocó el hombro a la persona que lo antecedía para decirle que "se ausentaría por un instante, ya que necesitaba buscar unas pastillas que había olvidado para su tratamiento ". La  persona volteó y al ver las canas blancas de Temilo Garcés , asintió la cabeza con un gesto de compresión y le dijo que no había problema.


Temilo Garcés tiene 61 años,  hasta los momentos no muestra señales de calvicie en la parte central de su cabeza, pero si unas prolongadas entradas en las esquinas de su cienes. Es popularmente conocido como  "El Abuelito"  en el bloque 6 de Moron , Valera  , lugar donde actualmente reside .

 Los años que le sumó el almanaque lo enseñaron a hablar sin apuros, y cada vez que termina una frase suele levantar  sus cejas tan gruesas como el dedo índice y tan blancas como el color nieve.



Desde hace quince años Temilo Garcés padece de una hernia lumbar que no ha podido operarse por falta de dinero. Actualmente su único ingreso es su pensión y relata que " cuando comenzó a padecer de la hernia,  ha solicitado ayuda a la Alcaldía de Valera, pero que hasta el momento no ha recibido respuesta de la misma".


El pañito caliente para la hernia de Temilo es una pastilla que le recetó su médico, la cual debe tomarse a manera puntual cada 8 horas, si no dice el señor Garcés " que el dolor es es tan incómodo, que si trata de resistirlo , comienza a sudar frio".


El señor Garcés opina con su tono paciente  que las colas deterioran la cálida de vida de los venezolanos , "son muchas las personas de la tercera edad que sufren con esto, a mi, al igual que todos los abuelos de Venezuela le duelen las piernas y los huesos en las largas esperas para poder comprar. Esto es intolerable, pero hay que aguantar la mecha" dice el abuelo.


Después de buscar su medicina Temilo se las arregló para solo tardarse quince minutos. Al reincorporase en la fila creyó ser bendecido por llegar en el justo momento en el que un guardia recogía las cédulas. El señor Garcés estaba listo para la acción y sacó del  bolsillo izquierdo de su camisa el cartoncito de identificación, pero se sorprendió cuando el guardia lo ignoró pasándole por un lado y  dejándole una ráfaga de viento y desolación.


- Joven, Joven, ¡No tomó mi cédula! , gritó Temilo, acto seguido el guardia detuvo su paso y preguntó:

-¿Dígame ciudadano?

- Se le olvidó recoger mi cédula.

- Pero usted  acaba de llegar ahorita- dijo el militar


 Temilo le reprochó diciendo , ¡Claro que no joven!, pregúntele al señor que está delante de mi , "Verdad que no es así, ¿Verdad? , dígale señor", le indicó Temilo al joven que estaba adelante de él.

 El testigo de Garcés expiró a duras penas  cuatro palabras ,-sí Guardia, el abuelo estaba desde temprano aquí.


Luego de las declaraciones del testigo, Temilo le explicó al guardia que sufría de una hernia, y el militar escuchaba su historia desde  12 pasos de distancia, mirándole fijamente la cachucha que Garcés llevaba puesta en la cabeza.


Después que Temilo finalizó su historia, el guardia avanzó hacía él, mientras las demás miradas de la cola reposaban sobre él, a la expectativa de su decisión. 

Temilo extendió su mano para que el soldado recibiera su cédula, pero este último siguió mirando la gorra de Garcés y le pregunto -¿ Dónde está su informe médico ciudadano?


Tal zarpazo inesperado sacudió a Temilo, lo enderezó, por un momento ,sintió que un algodón frío se le formaba en su garganta, y la impotencia hizo que se le erizaran los pelos de los brazos. Pues la solicitud médica por parte del guardia respondía más a un asunto político que de protocolo y seguridad.



Al volver a poner las emociones en su sitio, Temilo Garcés respondió al militar " Joven, si usted no me cree que abandoné la cola para  buscar mi pastilla, aún viéndome la caja y el agua mineral en las manos. Mucho menos me va a creer que tengo que ir a buscar el récipe, pero si me devuelvo con con ese papel dentro de quince minutos, tenga por seguro que me va dejar comprar "



El señor Garcés tuvo que devolverse dos veces y pasar un mal rato para poder adquirir, dos harinas PAN, un arroz , un jabón de medio kilo y un jabón de baño. Otro en su lugar seguramente se hubiese ido, pero el señor Garcés insistió en su lucha porque se dio cuenta de que al guardia no le gustó su cachucha


Pero, ¿Por qué insistió tanto?


"Mijo, yo soy viejo pero no tonto. Sé que al guardia no le gustó mi cachucha, sí , esta gorra tricolor opositora  con la bandera de Venezuela que  tanto  desagrada al oficialismo, y que el  soldadito tanto me  miraba cuando la llevaba puesta ese día, era normal que me tratara así  al tenerla puesta en mi cabeza cuando  faltaban cinco días para las elecciones del 6 de Diciembre. No hay ponérselas tan fácil, y mi condición no me impide luche por una mejor Venezuela. Yo defiendo lo que pertenece , mi voto y mi comida".
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